Desde el año 2016, el 16 de febrero, es conocido como el Día Mundial de la Logística. Promovido por la Organización Mundial de Ciudades y Plataformas Logísticas, su intención es poner en valor la importancia superlativa de un sector sin el cual, como tantas veces se ha dicho, el mundo se pararía.

Gracias a ella, productos de todo tipo pueden llegar cada día a su destino, aunque para ello tengan que atravesar caminos, cielos y océanos. Esto conlleva, sin embargo, una gran responsabilidad, dada la creciente preocupación por las emisiones contaminantes en todos sectores.

La logística, en cualquier caso, ha asumido este compromiso con la máxima seriedad y lleva años explorando el uso de nuevas tecnologías y estrategias que les ayuden a ofrecer unos servicios más eficientes y sostenibles.

Además, la importancia que está adquiriendo el sector por el fuerte impulso del e-commerce está llevando incluso a repensar el diseño de las ciudades, que deben crecer y desarrollarse de acuerdo a unos parámetros logísticos previamente planificados.

Del mismo modo, y como no podía ser de otra manera en un sector tan pegado a la actualidad y con esa capacidad de reinvención constante, está inmerso de lleno en la integración de tecnologías emergentes que están transformando la gestión de los almacenes.

El IoT, la IA o el blockchain, combinados con otros avances en automatización y robótica, están contribuyendo a agilizar los procesos y reducir los errores, permitiendo a los operarios dedicar menos tiempo a las tareas más repetitivas y más tiempo a las de mayor valor añadido.

En este contexto, es ya un hecho que para gestionar esta actividad y especialmente, los picos de demanda, se necesitan perfiles profesionales adaptados a las necesidades del sector, y que tengan cada vez mayor conocimiento en áreas como la digitalización, la sostenibilidad y la gestión de datos.