DHL propone 10 acciones para afrontar la próxima crisis sanitaria

mayo 31, 2021

Escrito por: Jorge Choque

La próxima emergencia de salud pública será bastante similar a la actual, por lo que es una necesidad imperiosa planear convenientemente y prepararnos para asegurar una detección temprana, una contención eficaz y remedios efectivos. En dicho documento define 10 acciones estratégicas clave distribuidas en 3 categorías básicas de la gestión de emergencias sanitarias: la prevención e identificación temprana,

La próxima emergencia de salud pública será bastante similar a la actual, por lo que es una necesidad imperiosa planear convenientemente y prepararnos para asegurar una detección temprana, una contención eficaz y remedios efectivos.

En dicho documento define 10 acciones estratégicas clave distribuidas en 3 categorías básicas de la gestión de emergencias sanitarias: la prevención e identificación temprana, la contención y las contramedidas, y la capacidad de despliegue de medicación.

Varias de las acciones estratégicas (por ejemplo, sistemas de alerta temprana, rastreo digital de contactos y formación de reservas nacionales) ya se implementaron en algunos países como respuesta a la pandemia actual de COVID-19.

Ahora se trata de expandirlas e institucionalizarlas para asegurar una buena preparación estratégica. Esta crisis de la salud pública demuestra que institucionalizar la preparación en el espacio sanitario público puede salvar vidas, especialmente con la ayuda de medidas de contención y contramedidas, de acuerdo con la compañía alemana.

Prevención e identificación temprana

1. Institucionalizar sistemas y cooperaciones activas

Es importante realizar periódicamente simulaciones de brotes y ejercicios intersectoriales de preparación para afianzar la respuesta epidemiológica. Las asociaciones intersectoriales tienen que permanecer activas si quieren ser capaces de responder rápidamente cuando se desencadene la próxima crisis. Esto incluye sistemas de información compartida que consoliden datos procedentes de las distintas partes implicadas

2. Apostar fuerte por sistemas globales de alerta temprana

Esto incluye sistemas de vigilancia -mecanismos de alcance nacional y también regional- que recopilen información sobre enfermedades propensas a derivar en pandemias, y que implementen métodos estadísticos para evaluar la potencial trayectoria epidemiológica. Tomemos como ejemplo los sistemas implementados en Corea del Sur tras las crisis del SARS y el MERS en 2012 y 2015, respectivamente: sus sistemas de alerta temprana activarían inmediatamente intervenciones sanitarias internacionales en caso de necesidad.

3. Crear y llevar a efecto una agenda integrada para la prevención de epidemias

En lugar de adoptar una actitud defensiva limitada a reaccionar ante los brotes epidémicos, un método útil para ayudar a prevenirlos sería practicar un enfoque proactivo alineado internacionalmente para profundizar los conocimientos y combatir las causas de los brotes. Dicho enfoque incluye la investigación y observación del viroma global para descubrir posibles amenazas virales de origen zoonótico y para reducir la resistencia a los antimicrobianos.

Otras medidas consisten en estudiar y reducir el riesgo de enfermedades zoonóticas en entornos en los que conviven animales salvajes y seres humanos mediante un enfoque «One Health», reforzar la protección medioambiental y reducir la deforestación y los monocultivos agrícolas. Otra acción relevante es cerrar la brecha mundial de inmunización, objetivo que persigue Gavi, una asociación pública-privada que ha vacunado a más de 760 millones de niños y niñas desde el año 2000.

4. Invertir en investigación y desarrollo específico para mejorar los diagnósticos, los tratamientos y las vacunas

Debe impulsarse el I+D sobre diagnósticos, tratamientos, nuevas generaciones de antibióticos y vacunas contra las amenazas conocidas. Las lecciones aprendidas en la pandemia de COVID-19 ponen de relieve la enorme importancia que tiene invertir en vacunas y antivirales de amplio espectro capaces de combatir diferentes virus (incluso aquellos que todavía no han surgido) para poder gestionar el próximo brote viral. Lo que es más, deberían establecerse plataformas de I+D centradas en enfermedades infecciones emergentes, a fin de aumentar las capacidades globales de detección y alerta temprana.

Contención y contramedidas

5. Implementar planes nacionales de contención y escalación

Estos planes deben ir ligados a los sistemas de alerta temprana descritos anteriormente, e incluirían claras cadencias de decisión para predefinir las acciones necesarias para contener la propagación del virus en función de las evidencias constatadas. Las acciones podrían englobar cuarentenas, confinamientos locales y regímenes de pruebas. Un ejemplo a nivel nacional es la gestión pandémica realizada por Ruanda, con implementación de pruebas aleatorias y rastreo de los contactos en la comunidad.

6. Impulsar el rastreo digital de contactos y las aplicaciones de supervisión

La implementación de un sistema de gestión digital de los pacientes puede ayudar a los gobiernos y a las autoridades sanitarias a compartir información precisa, promover la seguridad de los pacientes y prevenir errores de identificación. Al mismo tiempo, las aplicaciones de rastreo de contactos para supervisar la transmisión de la enfermedad son un instrumento útil para aliviar la carga de los gobiernos y las autoridades sanitarias. Los casos de Taiwán y Corea del Sur demuestran que, a pesar de sus altos costos iniciales, este tipo de sistemas ayudan a contener la propagación viral y a reducir las víctimas mortales.

Aparte de la infraestructura técnica, estos sistemas deben institucionalizarse a través de la aceptación de los usuarios, de cooperaciones con otras partes implicadas (por ejemplo, restaurantes) y de un marco legal ágil (por ejemplo, guías de protección de datos y un marco para una posible obligatoriedad).

7. Establecer unas reservas de emergencia y un sistema asociado de «suministros y logística» de emergencia

Los esfuerzos de contención tienen mayores perspectivas de éxito si los países ya reúnen muchas condiciones favorables en el momento de surgir el problema. Por ejemplo, una reserva nacional de existencias de seguridad con productos esenciales como mascarillas, kits de prueba, desinfectantes, congeladores, paquetes y hielo seco. La pandemia de COVID-19 demuestra que el costo de mantener una reserva de seguridad es mínimo en comparación con el costo de tener que organizar un sistema de emergencia a toda prisa.

La experiencia acumulada con las reservas de vacunas para la gripe y sus correspondientes accesorios demuestra que es posible calcular los niveles óptimos por persona y la efectividad máxima de costos; actuando de este modo, los países no tendrían que hacer más acopios de los necesarios.

Paralelamente, convendría diseñar sistemas circulares de existencias que aseguraran que los materiales encuentran aplicación en el sistema sanitario antes de alcanzar su fecha de caducidad. Esto permitiría reducir al mínimo la cantidad de residuos. Con objeto de favorecer una rápida implementación de estas medidas, sería recomendable que los países cerraran contratos marco con proveedores logísticos de su preferencia, quienes se encargarían de asegurar una distribución puntual y correcta siempre que fuese necesario.

Los criterios recomendados para la selección de los proveedores son su acceso a redes globales de envío a gran escala, el tamaño de su huella local, la excelencia de sus procesos, el uso sistemático de datos, la resiliencia y una capacidad de respuesta probada en casos de crisis. Asimismo, unas reservas adecuadas y confiables deberían ir acompañadas por contratos marco con los proveedores preferidos. Basándose en una larga lista inicial de suministros potenciales, los países deberían predeterminar y contratar a una cartera diversa de proveedores preferentes para el suministro de productos de emergencia (por ejemplo, mascarillas, kits de prueba, desinfectantes, congeladores, paquetes, hielo seco), ponderando para ello los riesgos relacionados con la ubicación, una posible interrupción del transporte o carencias de producción.

Si contratan a estos proveedores en una fase temprana, los gobiernos pueden valorar su calidad y desempeño antes de que se produzca una emergencia, y así tener la certeza de que pueden confiar en ellos cuando es necesario.

Capacidad de despliegue de la medicación

8. Mantener siempre lista la capacidad de producción

Incluso en las fases libres de crisis, las entidades públicas y ONGs deberían apoyar el desarrollo y el mantenimiento de la capacidad productiva de vacunas y productos diagnósticos y terapéuticos a escala global. Tener siempre a punto las capacidades productivas posibilitaría un rápido incremento de la producción para fabricar grandes cantidades en caso de emergencia, y permitiría diversificar los riesgos. Asimismo, esta capacidad productiva sustentaría la producción comercial en los tiempos libres de crisis. Por ejemplo, las plataformas de vectores virales y ARNm encontraron aplicaciones en otros procesos médicos más rutinarios, como terapias genéticas y tratamientos oncológicos personalizados.

9. Definir una investigación de modelos y un plan de aprovisionamiento de vacunas y de productos diagnósticos y terapéuticos

Para fomentar el desarrollo y la producción de vacunas y de productos diagnósticos y terapéuticos en caso de brote viral de alcance internacional, se necesita una mejor coordinación y colaboración entre los expertos médicos, científicos y regulatorios. Una base adecuada podría ser el actual modelo de I+D de la Organización Mundial de la Salud, con hojas de ruta específicas para esta enfermedad, perfiles de producto y protocolos genéricos. Además de explorar cómo apoyar este marco, los gobiernos nacionales deben trabajar en procesos, acuerdos marco y términos que permitan un diagnóstico temprano y confiable, así como tratamientos y órdenes de compra de vacunas.

10. Mantener y expandir las capacidades de despliegue de vacunas y de productos diagnósticos y terapéuticos

Partiendo de las lecciones aprendidas de la crisis del COVID-19, debería crearse una infraestructura (de herramientas, planes y cooperaciones, por ejemplo) para respaldar la distribución nacional de vacunas y de productos diagnósticos y terapéuticos en función de las necesidades. Mantener esta capacidad productiva presupone definir qué productos pueden adquirirse en el mismo país y cuáles tienen que importarse; en este último caso, se precisan procesos ágiles (resultantes, por ejemplo, de la eliminación de determinadas limitaciones de importación).

En colaboración con los proveedores logísticos preferidos en sus respectivos países, los gobiernos deben preparar protocolos de transporte que contemplen los requerimientos específicos de las mercancías (en relación, por ejemplo, con la temperatura o la vida útil). Además, tienen que identificar rutas de transporte basadas en la infraestructura existente y la ubicación de las existencias, almacenes y puntos de entrega, y deben tener en cuenta la estacionalidad de las mercancías a transportar.

Fuente: T21

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